08 septiembre 2005



CAPÍTULO 2: Sorpresas, La Historia de Pedro Navaja

" Bienvenido a Onírica"

La travesía terminó en una madrugada nublada, cuando las sirenas de diferentes barcos le anunciaban la llegada a Nueva Babilonia, capital de Onírica.

Con 19 años a cuestas y una vida por contar. Rapidez y astucia para burlar a los oficiales de inmigración. El palpitar acelerado, focos que esquivar, movimientos para camuflarse entre el personal de control del puerto. Sin nada que ofrecer y un mundo por conocer llegó a un sucucho que por poco dinero se transformó en su nuevo hogar.Rumba y gente por conocer serían los ingredientes de una nueva vida en la selva de cemento.

Edificios imponentes, construcciones que se elevaban a alturas que no había visto. Personas que hablaban idiomas diferentes. Carros, bocinas, sirenas. Siluetas que se deslizan en la penumbra. Faroles que alumbraban tímidamente las esquinas del barrio.Concreto por todas partes, tiñendo de gris cada uno de los rincones de la ciudad.

El Barrio

Historias por conocer, momentos por vivir y su presencia anónima abriéndose paso entre la multitud de personas que caminan velozmente para llegar a tiempo a las fábricas y las tiendas.

En la otra esquina muchachos que vigilaban los movimientos y rutinas policiales desde los balcones de los apartamentos.Las calles de barrio tenían límites invisibles y una misteriosa soberanía. Las reglas las dictaban diferentes pandillas.

Pedro caminaba de manera altanera por las calles, pero con un relativo temor pues sentía que no era su territorio.Su corazón vivía en un constante conflicto. Tenía una fuerte debilidad por las mujeres. Su múltiples aventuras le traían un número proporcional de problemas. Nunca pensaba que entre sus conquistas pudiese esconderse la novia de algún capo del barrio.Pedro nunca medía la ferocidad de quienes lo observaban en la penumbra del vecindario.

Todo parecía quieto y normal, mientras el sol asomaba sus rayos entre los diferentes bloques de apartamentos de Nueva Babilonia.Grifos abiertos, graffittis que ilustraban los rostros de los mártires del barrio o que describían idiomas indescifrables. Todo marchaba en aparente calma. Mientras los viejos jugaban dominó en mesas ubicadas en el centro de la avenida principal.

Las Reglas

El barrio tenía sus propias reglas. La música siempre estaba presente. Los carros o los autos debían desplazarse a baja velocidad y si eran foráneos debían pagar un impuesto por circular en los territorios de Juanito Alimaña.Para sobrevivir Pedro debía trabajar duro. Su primera ocupación fue repartir volantes de la pizzería de don Giussepe . Su trabajo duró cuatro días, pues enamoró a la hija única del dueño: la bella Sofía. Luego comenzó a cargar balones de gas en el negocio de Constantópulus. El trabajo no era lo suyo, lo suyo era estar en nada. Pese a ello repartió tacos y enchiladas para una cadena de comida rápida.

Fue despedido y contratado innumerables veces. Las fiestas y el tequila lo unían a su patrón que quebró pues sus pedidos no llegaban a la hora señalada.Los problemas de Pedro se iniciaron cuando metió sus narices en asuntos ajenos. Cuando por casualidad se encontró con Josefina. Una bella mujer trigueña que cayó en los encantos del verbo de Pedro. Muchacho que no perdió la oportunidad de seducir a una bella chica que se ganaba la vida en una tienda donde vendía café con una pequeña falda. Café con ron añejo el pedido mañanero de Pedro. A ella le encantaba escucharlo, gozaba con sus historias.

Esta historia continuará…….

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