08 septiembre 2005

SORPRESAS, LA HISTORIA DE PEDRO NAVAJA (CAPITULO 3)
La Emboscada
Aquel día Pedro estaba nervioso miraba en diferentes direcciones. Ella debía tener una apariencia llamativa, vestiría una ajustada falda roja.La policía reforzó las rondas policiales en el barrio. Las sirenas se sucedían cada 15 minutos.Pedro trataba de disimular su andar cadencioso y pausado. Su corazón se aceleraba cuando aparecían los autos de Juanito Alimaña.Existen diferentes versiones de este día.
La primera hipótesis presume que el encuentro entre Pedro y Josefina iba a definir un pacto de amor. Ella debía advertirle que se marchara del barrio. La segunda versión señala que Juanito Alimaña al enterarse de una traición planearía una emboscada para poner fin a la vida del extraño que piropeaba a su novia.Cabe señalar que estos testimonios fueron muy escasos.
En un primer momento nadie dijo nada en el vecindario. Las represalias eran pan de cada día. Cada versión fue entregada en el más estricto anonimato.“Hay que borrarlo del mapa sin dejar huella” fue la orden de Alimaña, mientras se deslizaba en su carro descapotable, custodiado por su ejército personal. Avisé al primo, la pista está despejada.
Pedro en la espera se preguntaba así mismo-“Parece que estoy salao. Me quieren fajar en papel periódico. Esa muchacha es mía. Ando con toos los hierros. Debo saltar el río o me comen las pirañas.”-
Josefina: vuela de aquí Pedrito, estás en una vaina….el jefe está enojao no puedo llamarte ni hacerte señas-
Juanito Alimaña: El mono caerá en su jaula. Muchachos quiero rapidez, mucho plomo y silenciadores, al chismerío le cortan la lengua…
-Pedro: Estos chingones creen que saldrán con la suya, hay mucha rumba por vivir. Y las hembras…qué es la vida sin las hembras….
La Tarde Fatal
En aquella esquina no estaba Josefina, era un señuelo que imitaba todas las características de ella.Josefina estaba incomunicada. Nadie podía ser mensajero del cambio de planes.Pedro sabía que la cita era a esa hora y en ese lugar.El reloj marcaba las 6 de la tarde con 3 minutos.
El camión de la botillería descargaba la última caja de cervezas.Pedro divisaba vagamente a Josefina. Estaba a una distancia de unas 3 cuadras.En la esquina había una cabina telefónica.
El señuelo llamó en repetidas veces. Un borracho que circulaba por la acera de enfrente lanzó unos piropos indescifrable con su voz traposa.
La vecindad observaba desde las ventanas. Miradas sigilosas. Sombras en los ventanales eran la atmósfera de esa tarde fatal.El último carro patrulla hizo su ronda a las 6 de la tarde
El señuelo se ocultó en la botillería de enfrente.Pedro decidido emprendió el paso con el tumbao que llevan los guapos al caminar. Sentía un viento frío que le frotaba la espalda.
El barrio estaba transformado en un callejón fantasma.Un volvo gris con vidrios polarizados y una carrocería perfectamente blindada, custodiaba la escena en la cuadra, al noreste de la cabina telefónica.
Pedro caminaba a un tranco lento desde el sur. Dos tipos lo seguían desde atrás a unos diez metros de distancia.Pedro calculaba los minutos de la redada sorpresa que siempre se realizaba cuando el reloj marcaba las 6 treinta minutos.
Pedro palpó los bolsillos de su gabán, quitándole el seguro a su Smith and Wesson. Hacia el norte percibió la cabina y los tacones de Josefina y la corta falda roja que habían acordado.
Los dos tipos dejaron de seguirlo y aparentaron conversar. Sacaron unos puros y platicaron en voz alta, la calle era totalmente suya. Los hombres vigilaban cada una de las ventanas de los edificios que flanqueaban la avenida. Cuando giraban sus cabezas, automáticamente se iban cerrando las pequeñas aberturas de las cortinas.
Algunos vecinos más precavidos apagaban las luces para no delatar sus siluetas. Otros subían el volumen de los televisores para borrar lo que pasaba afuera.Todo se volvió raro cuando se acercaba a su chica. Notó que las cosas no marchaban bien. Pero con cautela se acercó al señuelo demostrando mucha efusividad y rapidez.
La chica corpulenta abrió su cartera y disparó erróneamente en la pierna izquierda de Pedro.Mareado por el calor de la bala y la transformación de su futura novia reaccionó con instinto y clavó su puñal en la parte baja de las costillas del impostor de peluca trigueña y falda roja.
El volvo gris aceleró velozmente al sitio, un pistolero apuntó a al pecho Pedro. Tres tiros certeros desplomaron al señuelo y a Pedro. En escasos segundos desapareció el auto y los vigilantes que observaban desde la retaguardia. Ya vendría la redada sorpresa.Los cuerpos yacían en posición fetal en la acera. Nadie salió a la avenida. La música, el sonido de los televisores rompieron con el silencio reinante….
Esta historia continuará….

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